¿Das soluciones o promueves la búsqueda de éstas?
Imagina un amigo, familiar, compañero o socio que te presenta un problema, un reto o simplemente un «estoy pensando qué hacer con».
Hazte esta pregunta: ¿Das soluciones o promueves la búsqueda de éstas?
Si eres de los que piensas en ayudarle y preparas una lista de posibles soluciones o caminos que puede hacer y se lo dices, o incluso, se lo entregas esquematizado.
¿Crees que realmente le has prestado el mejor apoyo?
¿Has pensado antes si su forma de ver las cosas es 100% igual a la tuya?
¿Te has asegurado si desea, de verdad, que tú le des las soluciones?
Y si así fuese, y finalmente al hacerlo no le resultase útil, ¿a quién le pediría la responsabilidad sobre el resultado?
¡Difícil no!, es probable que tengáis puntos en común y también más que probable que existan dificultades para las que os enfrentéis de forma distinta. Además, quien toma la elección toma también el resultado de la misma.
Promover la búsqueda en el otro es parte de mi trabajo, para que ellos mismos encuentren la respuesta que más les conviene desde su punto de vista. De otro modo les estaría proporcionando soluciones desde mi esquema mental. Puedo asegurarte la existencia de esquemas de lo más distintos. He tenido clientes que han encontrado soluciones que yo ni habría imaginado o simplemente no me habría planteado ya que no entraban en mi forma de entender la vida.
Ahora llevémoslo al día a día. ¿Te das cuenta la cantidad de veces que damos a otros soluciones de forma gratuita, en pequeñas cosas que nos pasan desapercibidas?
Quizá al leer los párrafos anteriores tú seas de los que piensa: mis amigos eligen lo que quieren y yo les respeto y no intervengo. He aquí un ejemplo de cómo, a veces, sin darte cuenta, entras en ese juego de dar las respuestas.
«Un amigo te dice que va al otro lado de la ciudad en metro y que ha elegido un trayecto concreto. Tú, que sigues atentamente la conversación y le aprecias, observas que su forma de hacerlo supone una enorme vuelta y le va a llevar alrededor de 50m. Entonces le propones una alternativa mucho más rápida (¡claro, para tí el tiempo es importante!) en la cual se ahorrará cerca de 20m.»
¿Te ha pasado alguna vez algo parecido? ¿Has aportado soluciones sin investigar antes qué está sucediendo o qué espera tu interlocutor? ¿Y si tu amigo, en el ejemplo, quisiese tomarse más tiempo para terminar ese libro que lleva en la mano? Esto te puede dar la idea de cuántas veces nos mueve la inconsciencia de dar a otros algo que no nos pidieron o no necesitan.
Paciencia y tranquilidad. Tener ese nivel de conciencia a cada paso y cada minuto puede ser agotador, para ti y para el otro. Yo reconozco que, todavía, me pasa alguna vez en mi vida privada.
Las primeras preguntas que puedes hacerte y hacerle es: ¿me estás pidiendo soluciones u opinión?, ¿quieres que te ayude a encontrar opciones?, ¿prefieres hacerlo tú sólo? Y la más importante, ¿cuál es tu prioridad en ese caso?
Es necesario conocer cómo entiende el otro el mundo y más en la situación concreta. Eso sólo lo puedes averiguar de forma exacta preguntando. Al menos así sabrás qué espera de ti y a partir de ahí decidir qué actitud prefieres tomar al respecto.
Ahora piensa si este tipo de situaciones se dan con tus hijos, ¿qué ocurre? En muchas ocasiones, cuando les aportas tus soluciones (teniendo en cuenta que en nuestra labor de educarles vamos a manejar, a veces, opciones dentro de los límites que cada familia establezca) les cuesta aceptar los resultados, sobre todo si tu insistes diciendo que tu idea es la mejor.
Te suena eso de, «¿me ha salido mal por tu culpa porque me dijiste que lo hiciese de esta manera.» El o ella va a procurar sacar su responsabilidad fuera, algo realmente fácil si tú le proporcionaste el camino.
Las cosas cambian cuando hay diversos caminos con sus correspondientes resultados y les das a ellos la capacidad de elegir. También en este caso es necesario saber qué es importante para ellos y llevarles a ver qué pueden obtener según aquello que seleccionen. De esta forma, si ellos eligen sabrán que han influido directamente en el proceso y, por tanto, en el efecto recibido.
Te toca elegir a tí ahora.
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