Quiero un hijo obediente
Si has entrado para encontrar una guía para conseguir la obediencia total de tus hijos, siento decepcionarte, nada más lejos de la realidad. En mi caso, yo no quiero un hijo obediente, prefiero un hijo con criterio.
No quiero un hijo obediente, quiero un hijo con criterio.
La obediencia sin conciencia
La obediencia es «la acción de acatar la voluntad de la persona que manda, de una norma o de la ley». Es cierto que cumplir determinadas normas es deseable, más aún, necesario. Creeme, hay normas que están pidiendo a gritos que alguien se las salte, porque tanto tú como yo sabemos que la incoherencia se pasea por nuestra sociedad y por nuestras vidas. Me dirás, ¿y las consecuencias? ¡Ahí quiero llegar! Las consecuencias son la parte importante a la que poner conciencia.
¿No conoces a alguien que vaya a más velocidad de la permitida en algún tramo? Es el conductor quien desobedece la norma, si. Ahora bien, ¿lo hace consciente o inconscientemente?
Me explico, consciente es saber que aunque considera que es una norma erróneamente puesta en un determinado lugar, si le para la guardia civil tendrá una multa. Aquí la queja no sirve, porque se ha elegido esa opción aún a sabiendas de las consecuencias.
Otros, eligen cumplir, aunque consideren que es un error en ese caso concreto. Aclaro que me refiero a un determinado tramo no algo generalizado.
Otros más, consideran cumplir las normas sin pensar, porque lo dice alguien aunque ese alguien que la puso, quizá pudo estar equivocado en ese caso.
Y también existe quien incumplirá inconscientemente, no tomará en cuenta las consecuencias, por desconocimiento o despreocupación. En este último caso quizá se quejen, quizá consideren injusta, poco importa porque no se hizo cargo de las consecuencias de su elección.
La libertad permite la elección con criterio.
Bien, la libertad lleva de la mano a poder elegir y cada elección tiene sus consecuencias. En mi trabajo con clientes y alumnos ese es el principal objetivo, tomar conciencia a cada paso, tener opciones y elegir siempre desde el conocimiento de las consecuencias y de la libre elección de las mismas.
De la misma forma en la educación de los hijos, ellos necesitan aprender a elegir, por lo que necesitan conocer las consecuencias de sus elecciones y asumirlas. Para ello, mejor que obedecer sin pensar, siguiendo el camino marcado por otros, necesitan haber creado su propio criterio para tomar la decisión más acorde a su sentir.
Ahora piensa. Si te obedecen sin cuestionarte, ¿en qué tipo de persona se estaría convirtiendo? En alguien que sigue a otros sin pensar, mañana mismo puede seguir a su grupo de amigos y hacer algo reprobable, en lugar de tomar otra elección porque siente de forma distinta. ¡Imagina esto en los casos de bullying que estamos viendo! Quizá, en lugar de seguir al acosador, serán los que se oponen y se salen del grupo.
La experiencia: el logro y el error.
Ellos necesitan experimentar en la vida, tomar decisiones, hacer elecciones y vivir consecuencias, agradables y desagradables. Ahí reside el aprendizaje de la vida. En su historia nosotros somos acompañantes no los protagonistas. Se equivocarán, ¡por supuesto!, como tú y como yo. El aprendizaje viene tanto del logro como del error, por mucho que socialmente se nos siga presionando para no cometer errores. Es imprescindible entender que para alcanzar algo muchas veces se habrá fracasado antes, más cuanto más retador es aquello que se quiere alcanzar. Y de cada fracaso, cada fallo, se deriva un aprendizaje.
En este proceso de experimentar y aprender es nuestra misión indiscutible mostrar las consecuencias y dejar que las vivan.
¿Quieres saber cómo educar hijos con criterio? Comparto contigo esta conferencia que impartí a través de Mindalia TV en directo: «Cómo educar adolescentes con criterio». En ella te muestro algunas claves, desgrano las necesidades de los adolescentes para que puedan tener su propio criterio.
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¡Excelente, Susana! Un abrazo.
¡Gracias Elena!