20 años de monoparentalidad y pocas cosas han cambiado.
La realidad de las familias monoparentales.
Cada persona vive una realidad distinta, el problema se presenta cuando ante situaciones complejas como esta que nos está tocando vivir, somos incapaces de ver una realidad distinta a la nuestra.
Llevo varios días leyendo a muchas madres solas, familias monoparentales, buscando soluciones y alternativas para vivir este confinamiento en el que estamos de la mejor forma posible. El coronavirus va a servir para mostrar una vez más que una madre sola o un padre solo, tienen complicaciones extras a las que enfrentarse cada día para hacer las cosas habituales. Añado, igual a otros colectivos con otras realidades distintas.
Si eres tú una de esas madres, déjame decirte: “Yo te creo, yo te entiendo, yo puedo ponerme en tu piel”.
Mi experiencia.
Hace más de 21 años que soy mamá sola y observo que nuestra realidad ni se ve ni se entiende, en ese aspecto nada ha cambiado. Más allá de la forma en la que cada una de nosotras ha llegado a formar una familia monoparental están las vivencias que compartimos, peripecias y retos tan similares que afrontamos y que solo los entendemos quiénes hemos vivido tales circunstancias.
Me pasé noches enteras pidiendo a la vida que por favor no enfermara, que mantuviera la salud para cuidar a mi hijo, para aguantar el estrés y la ansiedad ante la imposibilidad de conciliar entre una vida en la que me hacía cargo de todo y un trabajo que me exigía una alta demanda. Efectivamente, cuando mi hijo contaba seis años me rompí, aunque esa es otra historia.
En estos años he vivido y escuchado situaciones estresantes, insultantes y, a veces, hasta ridículas. Como cuando me trajeron el lavavajillas, pedí que si me lo dejaban totalmente montado y funcionado y recibí por respuesta: “esto un marido mañoso lo hace en nada”. Indignada porque partía de la idea que había de tener un marido. O alguna amiga, al hacer una entrevista con horarios realmente inviables, decían eso: ¿no puedes dejarlo con tu madre?, como si todos tuvieran esa opción o fuera la elegida.
Te podría contar mil historias: la falta de conciliación, entender que si estás solo y pides un mes sin sueldo para sustituir a la cuidadora es porque no tiene otra opción (no hubo esa opción), el estrés en un trabajo muy demandante en horas (hacía guardias de 24×7 al menos una semana al mes) mientras crías a un niño pequeño, las pequeñas cosas del día que para otros son fáciles como ducharte, ir al baño, sacar la basura, poner combustible, la angustia de ser un único adulto para trabajar. En todas y cada una de estas actividades estás sola, no puedes dejar a tu hijo y has de atender las responsabilidades que no son pocas. Estas son las cosas que observo no han cambiado, las mismas inquietudes y problemas, la misma invisibilidad.
A esto sumaba entonces, ahora se repite mucho en este confinamiento, el juicio de personas que no han calzado nuestros zapatos y no se han enfrentado a estas situaciones.
Te entiendo.
Si tú que me lees, eres monoparental, entenderás perfectamente esto que te cuento porque lo vives en tus carnes cada día. Si no lo eres, te voy a indicar animo a abrir tu corazón y tu mente.
Ahora, se hace más necesario que nunca pensar antes, empatizar y entender que no podemos juzgar según nuestras experiencias la vida de otros.
El mundo está diseñado para vidas y familias donde hay dos o más adultos, donde hay un mínimo reparto de actividades, un mundo que no te da opciones para hacer las cosas de otra forma. Así pues, nos ha tocado luchar, hablar y hacernos visibles.
Afortunadamente este revés me ha pillado con un hijo prácticamente adulto, no me toca vivir en primera línea ese desasosiego. Aun así, cuando os leo recuerdo cada noche sin dormir, cada día pidiendo por favor que yo estuviese sana para poder cuidarle, con miedo, pensando, si a mí me pasaba algo al salir a comprar, ¡qué haría mi niño solo en casa esperándome!
Ya cuando participé en una mesa redonda en el I Congreso de Familias Monoparentales (2018) hablamos de las dificultades de estar solas y de la necesidad de apoyarnos unas a otras. Es ahí es aspecto fundamental de cambio en estos años, las redes sociales, las asociaciones, los grupos. Os puedo asegurar que quienes vivimos esto hace años echamos mucho de menos algo así. De hecho, yo intenté crear algo así, aunque entonces internet estaba en pañales.
Es fundamental hacernos visibles.
Por eso me parece vital la información que está recabando la FAMS (Federación de Asociaciones de Familias Monoparentales) sobre la situación de vulnerabilidad en estos momentos, para movilizar si es posible, la ley que tanto tiempo llevamos esperando que, de primeras, haga visible nuestra realidad.
Mi ofrecimiento: abro una sala para escucharte
Llegados a este punto, yo que cambié muchas cosas en mi vida y en todos estos años como coach y formadora he acompañado emocionalmente a tantas familias y, especialmente, a familias monoparentales de diversos tipos, me he preguntado qué aportar en estos momentos que pueda aliviar este momento.
No me convencieron las opciones de talleres o conferencias gratuitos, sino algo más cercano, más de tú a tú, o de nosotras a nosotras, de reunir a mamás solas para apoyarse y escuchar unas de otras. Donde tus hijos sean bienvenidos.
Esta es mi forma de acompañarte si lo necesitas, he habilitado una sala virtual zoom a las 20:30 durante todos estos días.
Puedes acceder gratuitamente, ya sabes que zoom no tiene coste, solo tienes que acceder al enlace que te voy a incluir. También puedes cargar la app en tu móvil si te resulta más fácil.
¿Cuándo y cómo conectar?
El primer día es hoy 25 de marzo, recuerda 20:30 cada día.
Tema: Sala Familias Monoparentales
Hora: 25 mar 2020 08:30 PM Madrid (Todos los días, hasta 8 abr 2020)
Unirse a la reunión Zoom en este enlace: https://bit.ly/3buWpDn
Y si necesitas escribirme puedes hacerlo al email monoparentales@familiaycoaching.com
Te dedico mi atención y escucha, nos encontramos.
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