Descubrir la verdad de uno mismo
Los coaches somos expertos en conseguir de los clientes el darse cuenta de pensamientos y comportamientos de los que no eran conscientes hasta ese momento. Esto en algunos casos les lleva a salirse de la posición cómoda donde se encontraban.
Por esta razón existen personas y momentos en la vida en los que no se está preparado para realizar un proceso de coaching, ya que para hacerlo es necesario e ineludible comprometerse con salir de la situación donde se encuentran, en moverse a terrenos desconocidos para probar formas nuevas de hacer las cosas, tener el valor de dar el salto y descubrir el alto potencial disponible y también dejar de justificarse para tomar acciones reales y concretas.
Para explicar esto os dejo un cuento de Anthony de Mello, podéis observar como hay veces que no se está dispuesto a pagar el precio por avanzar y descubrir la verdad que uno esconde.
La tienda de la verdad
No podía dar crédito a mis ojos cuando vi el nombre de la tienda: LA TIENDA DE LA VERDAD. Así que allí vendían verdad. La correctísima dependienta me preguntó qué clase de verdad deseaba yo comprar: verdad parcial o verdad plena. Respondí que, por supuesto, verdad plena. No quería fraudes, ni apologías, ni racionalizaciones. Lo que deseaba era mi verdad desnuda, clara y absoluta.
La dependienta me condujo a otra sección del establecimiento en la que se vendía la verdad plena.
El vendedor que trabajaba en aquella sección me miró compasivamente y me señaló la etiqueta en la que figuraba el precio. «El precio es muy elevado, señor», me dijo. «¿Cuál es?», le pregunté yo, decidido a adquirir la verdad plena a cualquier precio. «Si usted se la lleva», me dijo, «el precio consiste en no tener ya descanso durante el resto de su vida».
Salí de la tienda entristecido. Había pensado que podría adquirir la verdad plena a bajo precio. Aún no estoy listo para la Verdad. De vez en cuando ansío la paz y el descanso. Todavía necesito engañarme un poco a mí mismo con mis justificaciones y mis racionalizaciones. Sigo buscando aún el refugio de mis creencias incontestables.
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Cuento corto pero profundo. Gracias Susana por compartirlo. Y es que es cierto. La verdad está a nuestro alcance pero hacemos lo posible para no encontrarla y quedarnos anclados en el presente, que no nos gusta pero nos es más «cómodo».
Gracias Alberto.
Pues si, demasiadas veces las personas estamos enfadadas, frustradas, sin propósitos simplemente por no enfocarnos en discernir la verdad sobre esa situación y escondemos el miedo a movernos bajo miles de justificaciones.
Aprovecho para felicitarte también aquí. ¡¡¡Muchas Felicidades!!!
Gracias por la felicitación. 1 año antes de los 40! Me queda la mitad de la vida y seguro que mucho más. Un abrazo.