Proteger a los hijos, ¿cuándo y cómo?
El 20 de noviembre de 1989 nació la Convención sobre los Derechos del Niño, aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Los hijos tienen derecho a nuestra protección en todos los aspectos, desarrollando esta dentro del marco de desarrollo y crecimiento para acompañarles en el proceso de ser adultos felices, responsables y con capacidad para enfrentarse a la vida. Tarea que requiere de los padres perseverancia y momentos de incertidumbre, ¿qué será lo mejor?
Los padres hacemos lo mejor que podemos por nuestros hijos con las herramientas que disponemos, eso para mí es como un mantra y lo repito muchas veces con los padres que vienen a mis sesiones o mis clases. La clave está en las herramientas, en ocasiones insuficientes. Cuando sientes que hay algo que no tienes claro cómo resolver, se te va de las manos, entonces es el momento de buscar nuevas estrategias, aprender para avanzar. Tú te sentirás más seguro en tus pasos y tus hijos, sin duda, serán beneficiarios.
Con estas premisas y después de leer un artículo estos días muy interesante sobre la hiper-protección, quiero hacerte reflexionar sobre el concepto de protección. Además, como sabes, procuro aderezar mi trabajo con mi experiencia personal. En este caso un proceso vivido estos días acerca del vínculo con mi madre.
Como indicaba, los hijos tienen derecho a ser protegidos por sus padres. Ahora bien, ¿entendemos qué es protegerles? Recuerda, cada persona tiene un mapa del mundo distinto, por tanto las acciones pueden ser bien distintas.
Te voy a dar unos ejemplos:
– Protegen unos padres a su hijo cuando conducen y utilizan el cinturón de seguridad.
– Protegen unos padres a su hijo cuando le proporcionan alimento.
– Protegen unos padres a sus hijos cuando sienten que está en peligro o puede ser dañado por otros
Los dos primeros parecen más cercanos a una gran mayoría, aunque no deja de ser un generalismo. Observa el tercer ejemplo, ¿qué considera cada quién un peligro?, ¿qué o quienes pueden dañar al hijo? Te voy a contar qué sucede, trasladamos a la educación de nuestros hijos nuestras propias carencias emocionales, nuestros bloqueos y frustraciones, interpretando peligro y daño de una forma concreta cada uno.
Es imprescindible, como padres, salir de nuestras limitaciones para poder entender la verdadera necesidad esencial de nuestros hijos para transformarse en adultos. ¿Difícil verdad? Si no me conozco profundamente es complicado evitar trasladarle esta forma de hacer y guiarse en su vida. Es cierto, vuelve a leer más arriba: «haces lo mejor que puedes con lo que tienes».
Cuando unos padres protegen a su hijo de un exceso de tareas en el colegio y las hace en su lugar por ejemplo. ¿Qué mensaje estás lanzando al hijo? ¿Estaré aquí para cuando encuentres una piedra en el camino y quitarla? Entiende, es solo un ejemplo, ni juzgo ni opino sobre si haces esto o no. Mi objetivo es colocarte en un lugar distinto, hacer una observación diferente. Cuando sea algo más grande, cuando se encuentre con una situación similar en el futuro, ¿sabrá gestionarlo?, ¿tendrá habilidades para salir airoso?
De todas formas la protección se entiende de maneras tan distintas que quedarse en la palabra sin analizar hechos es un error desde mi punto de vista. Por proteger una madre a su hija recién nacida, creyendo la posibilidad de morirse, la aleja de si, la desapega. Y resulta que el apego al principio de la vida genera seguridad en los pequeños, no solo en los humanos. La madre actúa por amor, al tiempo provoca una inseguridad interior en la hija que la perseguirá durante su vida si no llega a tomar conciencia de ello. Otra forma de hiper-proteger, partiendo de la limitación a no saber gestionar esa situación.
Con todo esto no es de extrañar que, en ocasiones, olvidemos la necesidad de nuestros hijos de experimentar. Y esto significa, hacer y practicar. A veces para lograr y ganar, a veces para errar y aprender, a veces para llorar y a veces para reír.
Proteger a los hijos no es evitarles las situaciones dolorosas o incómodas en la vida; es aportarles herramientas y habilidades para que puedan crecer de una forma emocionalmente saludable.
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Susana García Gutiérrez, Coach de Familia Sistémico, fundadora de “Familia y coaching”, Co-fundadora de AECOFAME (Asociación Española de Coaching de Familia y Educativo) y su primera presidenta 2010-13. Fundadora y CEO de Centro FAMES (Centro de Formación para la Familia y la Escuela). Es 1ª Coach de Familias Monoparentales en España.
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